Por Luisa
Mi esposo perdía sus anteojos con tanta frecuencia que finalmente entrené al perro de la familia para que los encontrara, pero ahora los anteojos siempre se encuentran y, pobrecita, ha sido reemplazada por un ciervo. Lo bueno del recién llegado es que es lo suficientemente alto como para no interferir con los libros y objetos que se apilan o se mueven a su alrededor, y puedes ver desde el otro lado de la habitación si las gafas errantes están allí o no. Bellamente terminado, lijado con amor y con buen gusto. sellado con un acabado fino y muy ligero. ¡Simplemente hermoso!